Copyright © Familias veg*anas
Design by Dzignine
jueves, 20 de febrero de 2014

Tutorial: suavizante casero.

Desde que nos mudamos a Estados Unidos no hemos utilizado suavizante. No sé por qué, a Mr Falafel se le ocurrió que no nos hacía falta. A veces es cierto, pero cuando lavas toallas y prendas de algodón, a mí, personalmente, se me quedan más bien tiesas (por no hablar de la alegría que da el olor a la ropa limpia).

A mí me daba un poco igual, porque intento limitar la compra y uso de productos químicos en la medida de lo posible, pero ha llegado un momento en el que, buscando información, me enteré de que hacer suavizante casero es una chorrada facilísima y he empezado a utilizarlo.

¿Y qué es lo que hace falta? Vinagre de vino blanco, nada más y nada menos (da un poco de vergüenza dedicarle un post a esto y llamarlo tutorial, ¿no?)

Se le puede añadir aceites esenciales, pero no es imprescindible, ya que una vez seca la ropa, el olor a vinagre o a aceite esencial se va.

¿Por qué hay gente que se los echa? Porque parece ser que algunos de ellos tienen propiedades antibacterianas, y como aquí la gente está obsesionada con las bacterias...

No sé hasta qué punto los aceites esenciales mantienen sus propiedades al mezclarlos con vinagre y usarlos como suavizante, pero si os gusta la idea, la lavanda o el aceite de árbol del té son buenas opciones (por lo de antibacterianos, digo; a mí, personalmente, me encanta la lavanda, je, je). Hay recomendaciones sobre el uso de aceites durante el embarazo (por ejemplo, aquí), pero entiendo que, al estar diluidos, en este caso no serían perjudiciales (ante la duda, consultad a un experto en aromaterapia).

Para los que queráis usar el aceite esencial, se pueden mezclar 2 litros de vinagre de vino blanco con unas 15/20 gotas de aceite esencial.

¿Qué cantidad se echa en el depósito del suavizante? Entre 70/140 ml (de un cuarto de taza a media taza). Yo iría probando -a mí me va bien con 1/4 de taza), porque no solo dependerá del detergente que utilicéis para lavar, sino también de los tejidos y de vuestra propia lavadora.

Por cierto, si hacéis cuentas, lo más probable es que os salga más barato usar vinagre que suavizante normal (también depende de la marca que compréis y de la cantidad que echéis normalmente).

Hasta pronto,

V.



Una vida más saludable: los productos que utilizamos.

Parece mentira cómo van cambiando las corrientes constantemente: si en la época de nuestras abuelas se soñaba con un detergente, un champú o un producto de limpieza industrial y una se tenía que aguantar con los productos caseros, hoy, que contamos con innumerables potingues para los usos más inverosímiles que nos podamos imaginar, intentamos volver a lo que ha funcionado durante generaciones.

Alergias, boicot a las empresas que experimentan con animales, ahorro, un estilo de vida más respetuoso con el planeta,...Da igual cuál sea el motivo que nos lleva a fabricar en casa nuestros propios productos; el resultado será un menor impacto en nuestro entorno (se reutiliza el envase) y un mayor cuidado de nuestra salud. Es cierto que los químicos siguen siendo químicos, pero no es igual comprar algo con una lista de ingredientes interminable que hacerlo en casa con unos pocos ingredientes.

No trato aquí de dar motivos ni datos comparativos entre productos, o explicar por qué es mejor algo casero que industrial: ya hay muchas páginas dedicadas al tema (al igual que, seguramente, ¡hay muchas páginas como la mía!), y no tengo ese afán. En la medida de lo posible, iré enlazando a otras webs que tengan información de interés.

Hasta pronto,

V.
domingo, 16 de febrero de 2014

Gracias (Para que luego no me vengan los de Creative Commons...)



Aprovecho para agradecer desde aquí a la autora de la foto que ilustra este blog y la página en FB: http://www.flickr.com/photos/calliope/

Y también a la del icono que he usado en el favicon que aparece en la web: http://shlyapnikova.deviantart.com/

Gracias :)

Error 2: Tener poca práctica congelando.

He comprobado que las cosas van mejor en esta semana que he tenido la comida organizada.

¿Lo negativo? Que no contaba con ciertas salidas a la hora de la cena que me han hecho quedarme con más de un plato colgado.

El pobre de Mr Falafel ha terminado por llevarse las sobras al trabajo por orden cronológico: primero las más antiguas, para que no se estropearan.

Es verdad que me hubiera venido bien tener nociones de cómo congelar con eficiencia pero, por otro lado, había determinados platos que no se podían congelar.

Poco a poco voy desenmarañando la casa, aunque todo sigue bastante lejos de estar presentable, por lo que no me animo a poner ninguna foto (tampoco es que esté haciendo muchas) de lo que cocino. Prácticamente, no tengo tiempo para esmerarme con las presentaciones, así que, como tantas cosas, lo pospondré.

Sigo organizando, pero vuelvo a la de "ya".
lunes, 3 de febrero de 2014

Error número 1: No tener previsto un menú.

Siempre que no tengo pensado lo que voy a cocinar, acaba ocurriendo lo esperable: abro el frigorífico o el congelador y acabo comiendo cualquier porquería.

Ya he intentado varias veces organizar un menú semanal o mensual, pero nunca he sido capaz de llegar más allá del lunes.

Mi excusa ahora es que, por estos lares, la comida - pese a la poca calidad que pueda tener en muchas ocasiones- suele ser bastante cara, y al final acabo tirando alimentos que podrían haberse aprovechado con un poco de organización.  

Así que una mejor alimentación y un ahorro en la cesta de la compra pasan por la organización de un menú semanal, quincenal o mensual.

Por supuesto, no vamos a cerrarnos en banda y a negarnos a hacer cambios sobre la marcha: muchas veces encontramos alguna oferta interesante (aquí, por ejemplo, de productos ecológicos) y, si queremos ahorrar un poquito más, podemos buscarle una alternativa a la comida planeada o hacer una sustitución de ingredientes.

Al final he tenido al feliz idea de repartir más o menos mi menú de la siguiente forma:

- Desayuno: leche vegetal + mezcla casera de cereales y frutos secos / smoothie con fruta de temporada y leche vegetal + pan con mantequilla y mermelada casera o tomate, queso fresco y aceite.

- Almuerzo: verduras/legumbres + arroz/quinoa/cebada/bulgur, etc.

- Cena: sopa/crema + ensalada.

El resto de los huecos, sobre todo para la peque, que es la que come varias veces, prefiero completarlos con fruta fresca y/o frutos secos.

Igual me decís que la ensalada por la noche blablabla, pero lo he planteado así porque me parece más ligero (y tampoco nos acostamos inmediatamente después de cenar). Además, Mr Falafel (mi esposo) no come en casa, y prefiero que coma algo más contundente en el almuerzo (bueno, y también es más sencillo que llevarse la sopa en un termo,al menos a la hora de fregar platos).

Cuando tenga algo más claro, subiré mi menú e iré poniendo las recetas, por si a alguien le sirve de ayuda o referencia.


Arrancando motores.

La vida te da sorpresas (que diría la canción), y la que me ha dado a mí ha sido sacarme de mi trabajo y darme una patada (con amor) hasta el otro lado del Atlántico (y más lejos que me pillaba a mí, que nací en el Mediterráneo, como Serrat).

Así que os saludo desde mi nuevo hogar y país de acogida, del que tanto tengo que aprender y con tantas ideas preconcebidas que me lo pondrán un poquito más difícil.

Los cambios ocurridos en los dos últimos años y este "empezar de cero" me han animado a entrar en un proceso de cambio de dieta que espero que se afiance y se convierta en una buena costumbre en lugar de un esfuerzo.

Hace varios años, en un encuentro de la UVE en Málaga, recuerdo que hubo alguien que comentó que el no era herbívoro, sino "desastrívoro", porque su alimentación, si bien vegetariana, era un desastre. A mí me ha pasado igual, y no es ninguna tontería decir que una alimentación veg*ana puede ser más desequilibrada que una omnívora (¿o acaso no son veganos el helado de soja, las oreo y las patatas fritas?). El problema ahora no es que yo soy la única responsable de mi alimentación de mier**: es que estoy criando a una personita que depende de mí y de que le ofrezca una alimentación sana y equilibrada para crecer.

Así que aquí es donde estamos, intentando organizar un desorden que va más allá de lo que ven los ojos.

¡Arrancando motores y preparándonos para el despegue!